domingo, 19 de enero de 2014

Not impossible Labs produce la primera prótesis realizada con impresión 3D


Tres años después del éxito del eyewriter –un aparato que, gracias a la combinación de hardware ysoftware, lee el movimiento de los ojos y permite a personas con parálisis total volver a dibujar–, Not Impossible Labs vuelve a sorprender con el proyecto Daniel, un ejemplo de cómo las innovaciones tecnológicas pueden ponerse al servicio de personas con nombre y apellidos. Desde noviembre de 2013, Daniel Omar, uno de los más de 50.000 amputados que ha dejado la guerra de Sudán, ya no necesita ayuda para comer, gracias a una prótesis, la primera producida con impresión 3D, que le ha cambiado la vida.

Cuando Mick Ebeling, fundador de Not impossible Labs, leyó la historia de Daniel, se propuso volver a poner en práctica la filosofía de su fundación para transformar, como él mismo afirma, lo imposible en realidad. Con este objetivo, viajó a Sudan con su equipo para encontrar el modo de construirle una prótesis a Daniel, un joven de catorce años que había perdido ambos brazos tras la explosión de una bomba y que vivía desde entonces en un campo de refugiados en Yida.
Como es habitual en los proyectos de Not impossible Labs, cuyos miembros defienden a toda costa la eficacia del trabajo colaborativo, también en este caso el crowdsourcing ha sido fundamental, pues han participado en el proyecto individuos y empresas de la más diversa procedencia. En concreto, han colaborado en el diseño y producción de la prótesis, Richard Van As, el inventor sudafricano de la robohand; un neurocientífico australiano del MIT; y las empresas californianas especializadas en impresión de 3D, Precipart e Intel.
Sin embargo, el diseño de la prótesis de Daniel representa solamente el primer paso de un largo camino que ya ha empezado a recorrerse. Convencidos de que ayudar a una persona concreta puede ser el motor para que otros se movilicen –help one, help many, afirma el equipo–, Mick y el resto de participantes en el proyecto pretenden inaugurar una campaña mundial para difundir el diseño y para que las impresiones puedan ser realizadas en cualquier rincón del planeta.
De hecho, después de colocarle la prótesis a Daniel, el equipo no abandonó la región africana, sino que llevó a cabo workshops con el objetivo de que los médicos locales aprendieran a imprimir prótesis similiares. El proceso de aprendizaje ha dado sus frutos, pues desde que Not impossible Labs dejó Sudán en noviembre, los médicos de la región ya han creado otras dos prótesis de manera autónoma.
También en este sentido, el proyecto Daniel confirma otra de las convicciones que guía cada trabajo de Not imposible Lab, cuyo reto es, precisamente, ofrecer soluciones low-cost accesibles para todos, gracias al diseño de productos que puedan ser fácilmente reproducidos en diferentes contextos. Defensora del “hágalo usted mismo” y del open-source, la fundación ofrece en cada caso las herramientas necesarias para la producción de los diseños. Así, por ejemplo, su página web cuenta con una serie de grabaciones en las que se explica paso a paso el funcionamiento del eyewriter, su proyecto de código libre para dibujar con los ojos. Sólo de este modo es posible traducir en realidad el lema que justifica cada uno de sus trabajo y que resulta especialmente evidente en el caso del Proyecto Daniel: usar la tecnología en beneficio de la humanidad y resolver así los problemas concretos de las personas.
Fuente: Carlota Cattermole
experimenta_magazine


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